Quitocromía

Ubicada sobre la hoya de Guayllabamba, en las laderas del volcán Pichincha, Quito es una ciudad que te propone un festival de colores como pocas en el mundo.

Caminando por su centro histórico, apuntes en la dirección que apuntes con tu cámara, su oscilante geografía te ofrecerá siempre un horizonte sinuoso que saturará tu encuadre con una pátina de formas multicromáticas.

Dicen las malas lenguas, que allí fue que Atahualpa escondió su gran tesoro.

Motivo más que suficiente para que se convirtiera en uno de los destinos más codiciados por la conquista española, y por obvias razones, enclave de un enjambre de iglesias, catedrales, basílicas y cuanta construcción se les ocurra con cruces en sus fachadas y mucho oro en su interior.

Bajo la atenta mirada de la virgen del Panecillo, tuve la oportunidad de sufrir en carne propia los efectos de la altura en mi poco agraciado estado aeróbico.

Así y todo me las arreglé para subir y bajar repetidas veces por sus escarpadas calles.

La motivación siempre estuvo frente a mis ojos.

No encontré el tesoro de Atahualpa, pero si me traje conmigo un cofre lleno de increíbles colores.