Un remedio para el alma

¿Cómo se veía una farmacia mucho antes que uno allí encontrara góndolas repletas de dulces, refrescos soda, banditas para el pelo y tanta variedad de productos tan saludables y substanciales? Cual si fuera un cazador, llegué a devorarme una antigua botica con mi cámara buscando esa respuesta, pero al poco tiempo de escuchar hablar a su dueña mis preguntas ya eran otras y lo emotivo había superado a lo puramente documental. ¿De qué están hechos los sueños? me pregunté al escucharla. ¿Cuál es la sustancia mágica que nos impulsa a perseguir una ilusión? Si la solución a estas preguntas contuviera algún componente químico seguramente confiaría la búsqueda a la doctora Concepción Lemus de Bendix, la protagonista de esta historia. Y de no ser así, también buscaría respuestas en esta increíble mujer, porque seguramente hallaría muchas en sus enseñanzas de vida. Conocer sus vivencias es descubrir lo diferente que era el mundo para una mujer 60 años atrás, sobretodo si esta mujer quería estudiar para ser química y farmacéutica en un país como El Salvador donde una mujer nacía para dedicarse solo a la familia, los hijos y a su esposo. Nada la detuvo. El esfuerzo y el coraje fueron las semillas desde la cual construyó una exitosa carrera como investigadora y el premio ser reconocida más de una vez como farmacéutica del año. Saber que esta mujer podría tener la solución a la desnutrición en una proteína unicelular que la industria del café desecha resulta tan asombroso como desconcertante se siente descubrir que ninguna institución apoye tan esperanzadora investigación. Pero doña Concepción no pierde su esperanza, aunque yo me siga preguntado de donde nace tamaña actitud hacia la vida.